Los Waoranis (o Huaoranis) son una de las nacionalidades indígenas ecuatorianas que habita en la Amazonia ecuatoriana. Un valioso grupo étnico que ha logrado mantener su cultura y forma de vida tradicionales, pese a muchas amenazas externas, como la expansión de la actividad petrolera en sus territorios y la colonización.
Aunque, en el pasado, se usaba el término “aucas” (que en quichua significa “bárbaro o salvaje”) para llamarlos de forma despectiva, en realidad la expresión wao se traduce como “la gente” o lo “humano”.
El territorio ancestral de los huaroanis está ubicado entre los ríos Curaray y Napo, 80 km al sur de la comunidad de Dureno, en un área de 30 mil kilómetros cuadrados, aproximadamente. Allí, este grupo ha vivido por cientos de años, en perfecta comunión con su entorno.
Tradicionalmente conocidos como hábiles cazadores y valientes guerreros, los miembros de esta nacionalidad indígena mantienen una estrecha y profunda relación espiritual con la selva, a la que consideran su casa. En la cosmovisión de los huaos, no hay una diferencia entre el mundo físico y el espiritual, pues los espíritus están presentes en la tierra, entre los hombres. Por ello, consideran que la selva es un lugar seguro, en donde están protegidos de hechizos y ataques, mientras que el mundo exterior está lleno de amenazas.
En esa selva -su casa y su mundo- ellos reinan. Pero lo hacen de una forma respetuosa y sostenible, que ha permitido conservar el bosque por siglos. Para los huaorani, cada animal tiene espíritu. Por ello, los respetan como seres iguales, y los aprovechan únicamente para la supervivencia. Aunque la caza es la base del sustento de este grupo, ningún huaroani mata a un animal por diversión o por “tradición”. De hecho, para compensar la ofensa de la caza, los dardos que usan son preparados, en un ritual, por los shamanes.
La leyenda dice que los huaroani descienden de la unión entre un jaguar y un águila. Por eso, nunca cazan esos animales. Tampoco matan serpientes, pues trae malos presagios. Se limitan a cazar, para su supervivencia, monos, aves y pecarís, conocidos también como saínos o chanchos de monte.
La misma relación de respeto la mantienen con las plantas, especialmente con los árboles. En la selva, los waos encuentran todo lo que necesitan para vivir sanos y en armonía. Por eso se dice que el bosque es una especie de farmacia natural, para ellos. Los conocimientos botánicos de estos indígenas son muy grandes y se han transmitido de generación en generación. Las plantas les proporcionan medicinas, alucinógenos y veneno para la caza. Hay especies que les sirven para fabricar sus lanzas o cerbatanas; otras las usan con fines ceremoniales.
Originalmente un grupo nómada, ahora los huaoranis viven en comunidades sedentarias, cuya actividad de subsistencia está atada a la siembra de huertos, la caza, la pesca y la recolección de frutos. Viven en familias ampliadas, bajo un mismo techo (la llamada “maloca”). Estas familias se organizan en torno a un anciano o anciana, considerados los más sabios.
Conocer la cotidianidad, las actividades diarias, las fiestas de los huaoranis, en las que hombres y mujeres celebran la vida cantando y bailando por días, es una experiencia alucinante. SURTEK le ofrece la posibilidad de ver esta vida de cerca y ser parte de ella durante algunos días. Cinco cabañas de construcción tradicional, con techos de paja, reciben al visitante en el Huaorani Ecolodge, en la comunidad Quehueri’ono, dentro del Parque Nacional Yasuní.
Con las comodidades básicas para que la experiencia sea acogedora y tranquila, este es el lugar ideal para participar en la vida de los huaroanis, comunidad única, que vive armoniosamente, en el corazón de su enorme casa: la selva.
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